Mundo Futuro: "Metrópolis" (1927),
la primera gran distopía

Sábado, 7 de octubre de 2017

En el año 2026 funciona una enorme ciudad-estado gracias a la más avanzada tecnología que es
producida por una máquina-corazón alojada en el subsuelo y que es operada por cientos de trabajadores
en condiciones inhumanas. Mientras, arriba, en la superficie, el empresario-creador de este supuesto
paraíso, Johan Fredersen, vive plácidamente junto con su hijo, Freder, y toda una élite de privilegiados
cuya riqueza se sustenta en la explotación de los obreros. Pronto surgirán los problemas: mientras María
intenta poner de acuerdo pacíficamente a empresarios y proletarios, o, en la metáfora empleada en la
película, trata de ensalzar el corazón como mediador entre la cabeza y la mano, Fredersen pacta con
el científico Rotwang construir un robot con la imagen de María para promover la rebelión que justifique
la posterior represión y el fin de las protestas. Pero en seguida todo se descontrola…

El maestro alemán Fritz Lang realiza con “Metrópolis” la primera gran distopía del género de  la ciencia
ficción, acostumbrado hasta entonces en el cine a que la tecnología llevara necesariamente a la feliz
utopía. Quizá por ello el público no entendió el mensaje y fue un fracaso de taquilla, lo que, tras un
enorme presupuesto de cerca de 6 millones de marcos, estuvo a punto de llevar a la productora UFA
a la quiebra. Pero, desde luego, desde un punto de vista fílmico resulta una obra maestra visual que
mezcla con acierto visionario una estética futurista entonces basada en el skyline de Nueva York y
una ambientación expresionista que realza el drama de la historia. En cuanto al argumento, este fue
escrito por Thea von Harbou, por entonces esposa del propio Lang y admiradora de la creciente
ideología nazi. Así, aunque partes de la trama se inspiran en la estructura marxista de la lucha de clases
y en la vocación redentora del cristianismo, la idea de la colaboración entre clases recuerda más al
nacionalsocialismo. De hecho, a Lang no le acabó de gustar el mensaje final de la película, más
interesado como estaba por los aspectos técnicos, e incluso terminó divorciándose de su mujer y
huyendo de una Alemania ya dirigida por Hitler hacia el abismo.

Pese a su enorme influencia posterior en la historia del cine (desde “Tiempos Modernos”, de Charles
Chaplin”, a “Blade Runner”, de Ridley Scott), el poco éxito en su momento de “Metrópolis” llevó a
recortar el primer metraje de 153 minutos y a la pérdida durante décadas de parte del material original.
Mucho después, en el sintomático año 1984, el músico Giorgio Moroder escribió una banda sonora
pop que contó con la colaboración de artistas como Freddie Mercury y Bonnie Tyler, y que supuso
la revitalización comercial y reedición de la película en un formato de apenas 80 minutos. Una
restauración más seria se dio en 2002, con motivo de su 75 aniversario, gracias a la colaboración de
filmotecas de diversos países. Pero no fue hasta el año 2010 que se consiguió una reconstrucción más
fiel al original, con la bella banda sonora escrita por Gottfried Huppertz e influenciada por Richard
Strauss y Richard Wagner, y un metraje total de 145 minutos, después de que el investigador Fernando
Martín Peña localizara un muy deteriorado fragmento en formato de 16 milímetros en la ciudad de
Buenos Aires. Gracias a ello, ahora podemos disfrutar casi en su plenitud de los detalles de una
auténtica maravilla del séptimo arte, una trágica historia de luces y sombras, metáfora adelantada de
nuestros tiempos.

Paco Mota